Un
año más se cumple lo que ya es una constante en los hospitales
públicos madrileños, el cierre de cientos de camas a pesar de la
escasez de las mismas. Para justificarlo el Consejero de Sanidad
manifIesta que la demanda en el verano baja, y que solo se cierran
aquellas camas de las habitaciones o servicios en los que se realizan
obras.
Efectivamente
es cierto suponer que la demanda asistencial en general baja ante las
vacaciones de una parte de la población madrileña. El problema es
que estamos refiriéndonos a camas de hospitales públicos de primer
nivel, con unas listas de espera en numerosos servicios
verdaderamente terribles, que bien podían aprovechar estas fechas
para disminuir el número de pacientes quirúrgicos que están en
espera.
Por
otra parte, fueron numerosas las publicaciones, con fotos incluidas,
que han demostrado servicios y camas cerradas en los hospitales
públicos, en las que no se estaban llevando a cabo ninguna obra o
reforma.
De
nuevo estamos ante una realidad que - por mucho que se intente
ocultar con propaganda de todo tipo desde la Consejería de Sanidad -
consiste en que los hospitales públicos cierran camas en los meses
de veranos por la falta de profesionales para atenderlas, motivado
porque no se contratan suplentes cuando el personal toma sus
vacaciones reglamentarias. Sin embargo, las peticiones de vacaciones
se realizan con mucha antelación por lo que sería perfectamente
posible que la Consejería de Sanidad pudiera realizar una correcta
planificación para suplir al personal que se ausenta. Pero como la
política de personal se diseña para ahorrar personal se llegan a
dar las situaciones que se describen en el cuadro siguiente.
En
el se puede observar por quincenas el cierre correspondiente de camas
en cada hospital. También se puede comprobar como los 4 hospitales
privados (Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos, Infanta Elena y
el General de Villalba) actualmente pertenecientes a la multinacional
alemana Fresenius, cierran proporcionalmente muy pocas camas respecto
de las que cierran los hospitales públicos. Incluso llama la
atención que el Hospital Rey Juan Carlos no cierre ninguna cama, y,
al lado del mismo, en el mismo pueblo de Móstoles, la Consejería de
Sanidad proponga el cierre de más de 80 camas en el hospital
público, que al principio del verano contaba tan sólo con un
promedio de 287 funcionando (Memoria SERMAS 2016).
Cualquier
análisis que aborde el estudio de estas diferencias en el cierre de
camas entre los hospitales públicos de primer nivel y los hospitales
privados, apunta como primera razón de que esto suceda, el que la
Consejería ha contraído algún tipo de compromiso para beneficiar a
los hospitales privados, porque dado que son adjudicaciones que se
pagan con fondos públicos, y que la titularidad es de la propia
Consejería, bien podría priorizar el interés general, y, sin
embargo, no dota de los medios humanos y materiales a los hospitales
públicos, impulsando mecanismos que sólo mejoran la rentabilidad
del negocio de la mutinacional.
Porque
es obvio que la población que requiere realizarse pruebas o
intervenciones que no admiten demora, por el quebranto que suponen
para la salud de los pacientes, termine optando por elegir un
hospital privado dado los menores tiempos de espera.
No
hay otra fórmula para terminar con las interminables esperas que
arrojan las listas quirúrgicas y para la realización de pruebas que
dotar de los medios necesarios a los hospitales públicos para que
pudieran funcionar a pleno rendimiento. Y de esta forma planificar
los turnos de tarde, con las plantillas y la apertura de las camas
que en cada hospital y servicio se requieran.
Carmen
San José Pérez