22 de octubre de 2015

EL NEGOCIO DE CUIDAR A NUESTROS MAYORES



En las dos últimas décadas pero sobre todo desde la aprobación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia (2006), se han multiplicado las residencias de ancianos en numerosas localidades de nuestra geografía. También se han extendido los cuidados profesionales domiciliarios y los centros de día para ancianos y dependientes.

Estos cuidados que han necesitado desde siempre las niñas y los niños, las y los ancianos y las personas con diversidad funcional son los que han desempeñados habitualmente las mujeres, y que ahora poco a poco, muy lentamente, se han ido institucionalizando y profesionalizando con el impulso de la conocida como ley de dependencia.

Sin embargo este pilar del estado de bienestar no se ha desarrollado como era de esperar, ha faltado voluntad política y en los últimos años han sobrado recortes prespuestarios. De esta forma muchos de los avances que en su día la ley contemplaba han quedado en papel mojado, al tener que depender su puesta en marcha mayoritariamente de los presupuestos de las CCAA. Otra parte menor constituye la aportación del Estado y las Corporaciones Locales. Si bien hoy día la tardanza en reconocer el grado de dependencia y las modificaciones de los baremos a la baja ha hecho que unos 433.852 están en lista de espera, de un total de 1.186.653 dependientes. Y no solo están en lista de espera los moderados, sino que hay 32.312 grandes dependientes y 59.109 dependientes severos esperando. El futuro no pinta mucho mejor, dado que con la subida anunciada de 75 Millones en los presupuestos de próximo año atender a todos los que esperan llevaría 25 años.

Las diferentes modalidades de cuidados que prevé la citada ley para los y las mayores o personas con diversos grados de dependencia son: residencias en régimen de día y noche, sólo de día, o cuidados domiciliarios, estos pueden ser profesionales o los que desarrollen las familias, recibiendo algún tipo de subvención por ello.

Las residencias y demás centros de cuidados estan gestionados habitualmente por empresas con ánimo de lucro, pues son muy escasas las que están gestionadas de forma directa por ayuntamientos u otros entes públicos. Suelen ser multinacionales que han ido copando la gestión de la mayoría de estos centros y de los cuidados domiciliarios tanto en España como en toda Europa. Entre ellas se encuentran Clece (ACS), SARquavitae, Orpea, Amma, Aralia, Eulen Servicios SocioSanitarios, Geriatros, Sanitas, etc. El resultado de la privatización de estos cuidados está repercutiendo tanto en la atención a los dependientes como en las condiciones laborales de los y las trabajadoras.

En plena crisis estas empresas han aumentado sus ingresos a base de recortes en la calidad de los cuidados y la explotación de los trabajadores. La atención de profesionales como fisioterapéutas, trabajadores/as sociales, rehabilitadores, auxiliares, personal de enfermería y médicos ha disminuido de forma alarmante en muchas de estas residencias. Por lo que la alimentación, la medicación necesaria y la higiene se vuelven deficientes, con los riesgos que tiene para la salud y el bienestar de las ancianas y ancianos.

Por otra parte, las condiciones laborales de todos los profesionales que trabajan en estas residencias, centros de día o cuidados domiciliarios se ha deteriorado, siendo la norma la precariedad, los bajos salarios, las malas condiciones laborales y las elevadas cargas de trabajo.

Debido a esto hoy en día buena parte de las residencias y centros de día han recibido numerosas reclamaciones,como la vergonzosa situación en la que se encuentra la de Peñuelas, a las que en pocas ocasiones han respondido, con celeridad para solucionarlo, las consejerías correspondiente, habitualmente la autoridad sanitaria o de servicios sociales.

En la Comunidad de Madrid numerosas residencias están en manos de unas empresas que se lucran con el cuidado de nuestros mayores. Una de las estrategías que siguen es la presentación de unos pliegos para su adjudicación a precios muy por debajo del coste real, así consiguen las contratas sin que la Consejería de Política Social y Familia compruebe ni la calidad de los servicios, ni las condiciones en que se atiende a los dependientes, ni las características leoninas de los contratos de las y los trabajadores encargados de los mismos. 


Carmen San José Péreez